Es un libro de Kahlil Gibrán (1883-1931) publicado en 1923, en el que el protagonista “El profeta” habla de ciertos temas como: el amor, el matrimonio, los hijos, el dar, el comer y el beber, el trabajo, la alegría y el dolor, las casas, el vestir, el comprar y el vender, el crimen y el castigo, las leyes, la libertad, la razón y la pasión, el dolor, el conocimiento, el enseñar, la amistad, el hablar, el tiempo, lo bueno y lo malo, la oración, el placer, la belleza, la religión, y la muerte.
Frases:
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¿Quién puede separarse sin pena de su dolor y de su soledad?
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Y sola, sin su nido, volará el águila desafiando al sol.
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Que no tengan que sufrir nuestros ojos hambre de tu rostro.
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El amor no conoce su honda profundidad hasta el momento de la separación.
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Cuando el amor os llegue, seguidlo. Aunque sus senderos sean arduos y penosos.
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Amaos uno a otro, mas no hagáis del amor una prisión.
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Dais muy poco cuando lo que dais es de vuestro patrimonio.
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Todo cuanto tenéis será dado algún día.
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Que toda actividad es ciega cuando no hay conocimiento.
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Que todo conocimiento es vano cuando no hay trabajo.
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Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara.
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Cuanto más profundo ahonde el pesar en vuestro corazón, más alegría podrá contener.
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Vuestras ropas ocultan mucho de vuestra belleza, mas no esconden lo que no es bello.
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si el intercambio no se hace con amor y bondadosa justicia, llevará a unos a la codicia, a otros al hambre.
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Vosotros sois el camino y el caminante.
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No podéis separar al justo del injusto, ni al bueno del malvado.
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Os deleitáis haciendo leyes. Y os deleitáis más aún quebrantándolas.
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Sólo seréis libres cuando el deseo de la libertad no sea un arnés para vosotros, y cuando dejéis de hablar de libertad como de una meta y de un logro.
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Vuestro amigo es la respuesta a vuestras necesidades. Él es el campo que sembráis con amor y cosecháis con agradecimiento.
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Porque, ¿qué amigo sería aquel que tuvierais que buscaros para matar las horas? Buscadlo para vivir las horas.
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Habláis cuando dejáis de estar en paz con vuestros pensamientos.
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Hay otros que hablan sin conocimiento ni tino, y revelan una verdad que ni siquiera ellos conocen.
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Y sabe que el ayer es sólo la memoria de hoy, y el mañana el sueño del hoy.
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Y que el hoy abrace el pasado con nostalgia y el futuro con ansioso anhelo.
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Porque, ¿qué es el mal sino el bien torturado por su propia hambre y por su propia sed?
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Para el fruto, dar es una necesidad, de igual modo que recibir lo es para la raíz.
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Sois buenos de muchas maneras, pero no sois malos cuando no sois buenos.
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En vuestro anhelo por un yo superior descansa vuestro bien, y ese anhelo está en todos vosotros.
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Oráis en vuestra angustia y en vuestras necesidades; mas debéis orar también en la plenitud de vuestro gozo y en vuestros días de abundancia.
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Porque si entráis en el templo con el único propósito de pedir, no recibiréis.
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Basta con que entréis en el templo invisible.
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Nada podemos pedirte, porque Tú sabes nuestras necesidades antes de que nazcan en nosotros.
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El placer es un canto de libertad, pero no es la libertad.
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¿Quién no sabe si lo que hoy hemos reprimido no brotará mañana?
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La belleza es la vida cuando la vida alza el velo y muestra su rostro esencial y sagrado. Mas vosotros sois la vida y el velo.
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La belleza es la eternidad contemplándose en un espejo. Y vosotros sois la eternidad y el espejo.
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A quien usa su moral como su mejor vestido, mejor le fuera andar desnudo.
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Vuestra vida cotidiana es vuestro templo y vuestra religión.
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Porque la vida y la muerte son una, lo mismo que son uno el río y el mar.
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Vuestro miedo a la muerte no es más que el temblor del pastor de pie ante el rey, cuya mano va a posarse sobre él para honrarlo.
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Y aunque la muerte me esconda, y el silencio me envuelva, buscaré vuestro espíritu. Y no buscaré en vano.
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Pues ¿qué otra cosa es el conocimiento que dan las palabras sino una sombra del conocimiento inexpresable?
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Un solo instante más, un momento de reposo en el viento, y otra mujer me dará a luz.
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